La mayoría de los cristianos quieren un cambio en algún área de sus vidas. Tratan y tratan de hacer esos cambios, pero pronto vuelven a reincidir en los mismos hábitos y conductas. El autodominio y el autocontrol les han fallado una vez más.

Entonces, ¿cómo ocurre el cambio de resultados permanentes? Una oruga cuando está dentro del capullo no batalla para convertirse en una mariposa. Una semilla no se esfuerza para convertirse en un árbol y para dar fruto. Ambas simplemente hacen aquello para lo que Dios las creó y el cambio se da, cómodamente.

La Palabra de Dios es como una semilla y nuestro corazón es como la tierra. Cuando a aquélla se le planta y se le nutre en el suelo de nuestro corazón, empieza a crecer. El resultado es la transformación, y el fruto será evidente para todos. Si tú quieres un cambio verdadero en tu vida, este libro es para ti.

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